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Azúcar y Edulcorantes: ¿Qué es mejor para endulzar? (Parte 1)

Los pro y los contra

El azúcar ha sido desde la antigüedad un alimento muy preciado en todas las culturas. Si bien, la miel era el otro endulzante más conocido, conseguirla de las abejas hace tantos años era más complicado al no tener los trajes y facilidades que se tienen hoy en día. El azúcar en cambio no presentaba ningún alto riesgo para conseguirla. 

Aún así, con el avance de la ciencia y la medicina ha permitido entender los pro y los contra del consumo excesivo de azúcar, por lo que ha traído consigo la aparición de otras variantes endulzantes para la disminución de sus efectos adversos.

Descubrimiento del azúcar y popularización de otros endulzantes.

La civilización india fue la nación que empezó a cultivar y procesar la caña de azúcar. Antes sólo sabían que con masticarla fluía de ésta un jugo dulce, pero luego descubrieron que ese líquido, al evaporarse, dejaba cristales que también sabían dulce, y que se podían conservar por largos períodos de tiempo.

Empezaron a transportarla y comerciarla en otros países, volviéndose el azúcar el endulzante más popular; no obstante en muchos casos la demanda llegaba a ser mayor que la oferta, y fue cuando muchos terratenientes de las otras naciones, al ver la gran ganancia que podía sacar de este tipo de cultivo, empezaron a sembrar caña y procesarla para venderla. Llegó un punto en que se volvió más asequible para las personas con recursos más limitados, el rededor del siglo XIX.

A finales del siglo XIX y comienzos del XX nacieron y crecieron muchas industrias que creaban productos con alto contenido de azúcar, pero con la primera guerra mundial hubo una escasez de este producto, e integrar tanta cantidad de éste en los alimentos estaba haciendo que las mercancías fueran de un muy alto precio o que no dejaran tanta ganancia. Esto llevó a que empresas buscaran otras opciones como endulzantes.

Una opción fue la sacarina, un edulcorante químico descubierto a finales del siglo XIX; pero ésta tiene un sabor amargo al final que no terminada de convencer a los usuarios. Se empezó a usar con más frecuencia el jarabe de maíz y el jarabe de maíz alto en fructosa. Estos llegaban a ser más dulces que el azúcar, por lo que podían ser usados en menor cantidad y tener el mismo resultado.

Después de la Segunda Guerra Mundial la demanda de los alimentos con altas cantidades de azúcar se elevó en un tiempo muy corto y las industrias comenzaron a lanzar muchos productos para satisfacer a los usuarios. Estos alimentos también tenían excesos de grasas y calorías, y eso contribuyó a que la población empezara a ser más obesa o desarrollara con más frecuencia enfermedades como la diabetes y el cáncer.

Organizaciones como la OMS o la FDA (Food and Drugs Administration) iniciaron investigaciones sobre estos hechos y le exigieron a las compañías que buscaran alternativas a los azúcares ya empleados para sus alimentos. Se volvió a emplear el uso de la sacarina, junto con otros edulcorantes como el aspartamo, la sucralosa, la estevia, entre otros, que tenían menor contenido calórico que los azúcares. Así empezaron a ser utilizados en la composición de las bebidas y alimentos dietéticos o para diabéticos, pero no todo fue color de rosa con estos productos.

Controversias sobre los diferentes edulcorantes

Organismos y universidades dedicados al estudio de la salud hicieron muchas investigaciones en ratas blancas con varios de los endulzantes para alimentos dietéticos alternativos al azúcar, y  el resultado de esto procedimientos fue la prohibición o la exigencia de una advertencia de consumo a los consumidores, al menos en la mayor parte del siglo XX para muchos.

Fue prohibido totalmente el ciclamato después de unas pruebas hechas a ratas de laboratorio en que desarrollaron cáncer de vejiga por exceso de uso de éste. La sacarina también fue prohibida en Canadá, y casi lo fue en los Estados Unidos, pero el Congreso intervino para que en vez de eso, se agregara una etiqueta de advertencia. Esto por una razón parecida al ciclamato, pero luego se descubrió que las ratas que desarrollaban cáncer por exceso de uso de sacarina lo hacían por un proceso específico de ellas, y ocurría sólo en los machos; entonces se dejó de advertir sobre ese edulcorante.

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El aspartamo se encuentra aprobado por la FDA como aditivo seguro, pero tuvo (y aún tiene) ciertas opiniones contrarias sobre su consumo. Algunos investigadores sostienen que éste tiene un leve nexo con la aparición de tumores cancerígenos en el cerebro, y actualmente están realizando nuevos estudios para esclarecer este hecho.

La sucralosa en ciertos momentos creó dudas por contener cloro en su composición, pero se determinó que este elemento no queda en el organismo después de digerida, porque es expulsada casi en su totalidad. El producto más conocido hecho de sucralosa es la Splenda®, y ésta tuvo controversias en su entorno por malas gestiones publicitarias al valerse de propagandas falsas.

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