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Tu Jardín Es Un Ecosistema: Cómo Protegerlo

Ayuda a preservar los ecosistemas

Tu Jardín es un Ecosistema, esto quiere decir que además de las plantas, hormigas y lombrices que pueden habitar dicho espacio, otros animales como las aves, las abejas y diferentes tipos de insectos contribuyen y necesitan de él. Ya sea que vivas en un apartamento o en una casa rural, tu área al aire libre es más que un espacio privado. Ecológicamente, un jardín es otra pieza de rompecabezas en el paisaje.

Independientemente de su tamaño, los jardines pueden contribuir a las funciones y procesos naturales en el área local, como regular el drenaje del agua, amortiguar los efectos dañinos de los fuertes vientos o proporcionar alimento y refugio a la vida silvestre.

La presencia y sobrevivencia de la fauna silvestre de tu entorno, depende de cuán específicas sean sus necesidades de alimento y refugio, cómo responden a las perturbaciones y la calidad y cantidad de otros espacios verdes a lo ancho del territorio en el que te encuentras.

Para animales más grandes, como aves y mamíferos, un huerto doméstico podría convertirse en un trampolín a través de un paisaje urbano que de otro modo sería hostil. Para los animales más pequeños, como los insectos, podría ser una de las fuentes de alimento y un medio para su reproducción. Por esto, en las zonas urbanas, donde el espacio suele ser limitado, la jardinería es una forma sencilla de fomentar la biodiversidad en el patio trasero. 

Las flores son solo el primer paso.

Las flores producen azúcar (néctar) y proteínas (polen), la dieta principal de muchos insectos y pájaros adultos. A diferencia de otros grupos de insectos, las larvas de abejas se desarrollan casi exclusivamente en el polen recolectado por sus padres, por lo que las flores son esenciales para el crecimiento de las poblaciones de abejas nativas.

No existe una combinación única de flores para las abejas silvestres. Una regla general para un jardín polinizador es uno que produce flores durante la mayor parte del año y se basa en la diversidad, los monocultivos de cualquier tipo o distintos tipos de flor solo se adaptan a un número muy pequeño de especies.

Las plantas nativas son una opción ideal para atraer insectos y pájaros polinizadores. De igual forma, muchas especies exóticas de jardín, especialmente hierbas, frutas y vegetales, son igualmente populares entre esta clase de especies. Las variedades híbridas modernas deben elegirse con cuidado, ya que algunas se cultivan para características comerciales de frutas o flores (como tamaño o color), pero las flores carecen del néctar o las señales de olor que atraen a los polinizadores que buscan alimento.

La forma del jardín influye más de lo que piensas

 Aunque no lo creas, la estructura y el diseño de tu jardín puede determinar qué especies de vida silvestre lo visitarán o harán un hogar en él. La estructura vertical, construida a partir de múltiples capas de diferentes alturas de plantas, proporciona más espacios para que la vida silvestre coexista. Del mismo modo, las plantas y arbustos pequeños brindan un buen refugio para insectos y aves muy pequeñas, mientras que los árboles más grandes atraerán visitas de aves y mamíferos más grandes y aventureros.

¿Sabías que existen los hoteles para insectos? Estas estructuras de madera (muchas veces con forma de casa con cilindros de madera en la parte interna) pueden proporcionar un hogar para los insectos que generalmente anidan en la madera muerta. 

 Por lo tanto, la composición de tu jardín también puede influir en el potencial de vida silvestre. No obstante, el entorno de tu hogar, es decir, la ciudad o campo que lo rodea, condiciona de igual forma la llegada de distintas especies. Una alta proporción de áreas pavimentadas puede reducir el número de abejas silvestres o aves en el vecindario. Incluso, los espacios verdes muy cuidados también pueden tener un efecto negativo en las especies de abejas silvestres.

Intenta no interrumpir la cadena alimentaria

Como cualquier ecosistema, los jardines involucran una intrincada red de vida, desde los microbios del suelo subterráneo hasta las aves en los árboles. Por esto, los fertilizantes pueden afectar directamente la cadena alimentaria de las especies que se hallen alojados en tu jardinera o que vengan en busca de alimento. 

Muchos de los animales y plantas que consideramos una molestia en el patio trasero a menudo brindan servicios que no vemos. Por ejemplo, muchas especies de avispas y moscas son polinizadores durante su madurez.  De igual forma, junto a las larvas controlan muchas de las plagas de insectos que vemos en nuestras plantas o descomponen los desechos orgánicos. 

También, animalitos como las lagartijas o iguanas, se alimentan principalmente de pequeños insectos que nos molestan, como moscas y mosquitos. Las plantas que consideramos malezas del césped, en particular los dientes de león y el trébol, son una fuente de alimento favorita para las abejas  y las moscas flotantes. 

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Los pulgones y las cochinillas también producen una sustancia azucarada llamada melaza cuando chupan las plantas, que es una importante fuente de azúcar para algunos insectos beneficiosos como avispas, abejas y hormigas. Es por este tipo de razones que la querencia de eliminar los mosquitos o cortar la maleza para una mejor vista de tu jardín, puede causar un desbalance en el ecosistema.

Por lo tanto, una de las formas más fáciles y económicas de mejorar la vida silvestre en los jardines es limitar el uso de químicos sintéticos. Los insecticidas pueden matar insectos beneficiosos o afectarlos indirectamente al interrumpir su metabolismo o ciclos reproductivos. El uso excesivo de herbicidas elimina importantes recursos alimenticios, como el diente de león, de los que dependen los polinizadores si otras flores escasean.

Manejo de jardines como ecosistemas

Puede resultar difícil equilibrar las necesidades humanas con las necesidades de hábitat de la vida silvestre. Muchas acciones que minimizan los riesgos para los humanos pueden tener el efecto contrario para la vida silvestre. Por ejemplo, los polinizadores generalmente prefieren áreas abiertas con césped a áreas boscosas oscuras. 

Los malos hábitos no se eliminan, se sustituyen

Es decir, si llegas a sentir la necesidad de recaer en un mal hábito, inicia otro, pero bueno. Por ejemplo, puede que estés intentando dejar de fumar y se hace cada vez más difícil cuando empieza la ansiedad por llevar un cigarrillo a tus labios. En esta circunstancia te puedes permitir hacer algo específico, como mascar chicle sin azúcar (tampoco queremos que crees otro mal hábito).

Está demostrado que es más fácil reemplazar un mal hábito, que erradicarlo. Pero, no se trata de intentar sustituirlo en cualquier momento. Este nuevo y mejor hábito debe aplicarse cuando la necesidad del malo surja de tu interior a raíz de detonantes. Debes lograr que esa necesidad se sienta aliviada con otra cosa, es decir, el nuevo hábito.

En entornos urbanos, las áreas con césped a menudo se cortan con regularidad para las necesidades recreativas y de seguridad de los seres humanos. Esto afecta la disponibilidad de flores para los polinizadores y también afecta la persistencia de estas especies de plantas. Cortar el césped con menos frecuencia y fuera de las épocas máximas de floración puede marcar una gran diferencia para las plantas y los polinizadores.

Por otro lado, está el problema de la poda de árboles en zonas urbanas. A menos que representen un riesgo real de peligro para las vidas humanas, podar las ramas colgantes puede ser mejor para el ecosistema local que quitar todo el árbol.

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